Información publicada en la web de Amnistía Internacional
el 08/12/15.
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La mala regulación de los flujos de armas hacia Irak
durante decenios, unida a la falta de control sobre el terreno han
proporcionado al grupo armado autodenominado Estado Islámico un gran arsenal
mortífero que se está utilizando para cometer crímenes contra la humanidad y
crímenes de guerra a escala masiva en Irak y Siria, afirma Amnistía
Internacional en un nuevo
informe que se publica hoy.
A partir de los análisis realizados por expertos de miles
de vídeos e imágenes verificadas, el informe, titulado Haciendo balance. Armar al Estado Islámico
explica cómo los combatientes del Estado Islámico utilizan armas –la mayoría
procedentes del saqueo de los arsenales del ejército iraquí– que fueron
fabricadas y diseñadas en más de dos docenas de países, entre ellos Rusia,
China, Estados Unidos y países de la UE.
“La numerosa y variada gama de armas que está utilizando
el grupo armado autodenominado Estado Islámico es un caso de manual de cómo el
comercio irresponsable de armas da pábulo a la perpetración de atrocidades a
escala masiva", ha dicho Patrick Wilcken, investigador sobre Control de
Armas, Comercio de Seguridad y Derechos Humanos de Amnistía Internacional.
“La mala regulación y la falta de supervisión de los
inmensos flujos de armas hacia Irak en los últimos decenios han supuesto para
el Estado Islámico y otros grupos armados una excelente coyuntura para lograr
un acceso sin precedentes a la potencia armamentística."
Al tomar Mosul, la segunda ciudad de Irak, en junio de
2014, los combatientes del Estado Islámico se hicieron inesperadamente con
armas de fabricación internacional del arsenal iraquí, entre ellas armas y
vehículos militares fabricados en Estados Unidos, que utilizaron para controlar
otras zonas del país, con devastadoras consecuencias para la población civil
que las habitaba.
La amplia variedad de tipos de armamento tomado y
adquirido ilegalmente ha permitido que el Estado Islámico lleve a cabo una
terrible campaña de abusos. Homicidios ilegítimos, violaciones, tortura,
secuestro y toma de rehenes –a menudo a punta de pistola– han obligado a
cientos de miles de personas a huir y convertirse en desplazados internos o
refugiados.
La variedad y la amplitud del arsenal del Estado Islámico refleja decenios de transferencias irresponsables de armas a Irak.Esto se ha visto agravado por los diversos fracasos a la hora de gestionar las importaciones de armas e implantar mecanismos que evitaran usos finales inadecuados durante la ocupación dirigida por Estados Unidos a partir de 2003. A este problema se añade los controles poco estrictos de los arsenales del ejército y la corrupción endémica de los sucesivos gobiernos iraquíes.
El informe documenta el uso por parte del Estado Islámico
de armas y municiones procedentes de al menos 25 países, aunque una gran
proporción fueron originalmente armas suministradas al ejército iraquí desde
Rusia, Estados Unidos y países del antiguo bloque soviético. Estos flujos de
armas se financiaron con diversos trueques de petróleo, contratos del Pentágono
y donaciones de la OTAN. La mayor parte de estas armas han sido tomadas o
filtradas de los arsenales del ejército iraquí.
Entre las armas avanzadas con que cuenta el Estado
Islámico hay sistemas portátiles de defensa antiaérea (MANPADS), misiles
guiados antitanque y vehículos blindados de combate, así como rifles de asalto
como la serie AK, de fabricación rusa, y los M16 y Bushmaster estadounidenses.
La mayoría de las armas convencionales que utilizan los
combatientes del Estado Islámico datan del periodo comprendido entre la década
de 1970 y la de 1990, e incluyen pistolas, revólveres y otras armas pequeñas,
ametralladoras, armas antitanque, morteros y artillería. Son habituales los
rifles tipo Kalashnikov de la época de la Unión Soviética, sobre todo de
fabricantes rusos y chinos.
“Esto vuelve a demostrar que las medidas de evaluación y
mitigación de riesgos en la exportación de armas a regiones inestables exigen
un análisis exhaustivo y a largo plazo, que deberá incluir la evaluación de si
las unidades del ejército y las fuerzas de seguridad son capaces de controlar
realmente los arsenales y cumplen las normas del derecho internacional
humanitario y de los derechos humanos", ha dicho Patrick Wilcken.
Los combatientes del Estado Islámico y otros grupos
armados también han recurrido a fabricar su propio armamento improvisado en
burdos talleres. Ejemplo de esta práctica son morteros y cohetes, granadas de
mano improvisadas, dispositivos explosivos improvisados (bombas caseras) tales
como automóviles-bomba y armas trampa, e incluso municiones de racimo reutilizadas,
un arma prohibida internacionalmente. En algunos casos, los dispositivos
explosivos constituyen minas terrestres prohibidas por la Convención sobre la
Prohibición de las Minas Antipersonales.
Haciendo balance abarca la larga historia de proliferación
de armas de Irak y las complejas cadenas de suministro que muy probablemente
hicieron que algunas de las armas más recientes fueran a parar a manos del
Estado Islámico.
El arsenal del ejército iraquí aumentó a finales de la
década de 1970 y comienzos de la de 1980, especialmente en torno a la guerra
Irán-Irak. Éste fue un momento decisivo en el desarrollo del moderno mercado
global de armamento, cuando al menos 34 países distintos suministraban armas a
Irak y 28 de ellos también se las suministraban a Irán. Entretanto, el entonces
presidente de Irak, Sadam Husein, supervisó el desarrollo de una sólida
industria armamentística nacional que fabricaba armas pequeñas, proyectiles de
mortero y bombas de artillería.
Tras la invasión de Kuwait por Irak, en 1990, el embargo
de armas de la ONU hizo disminuir las importaciones hasta 2003, pero durante la
invasión dirigida por Estados Unidos y después de ella, Irak volvió a inundarse
de importaciones de armas. Muchas de ellas nunca fueron aseguradas y verificadas
adecuadamente por las fuerzas de la coalición dirigida por Estados Unidos y las
fuerzas armadas iraquíes reconstituidas. Cientos de miles de esas armas pasaron
a paradero desconocido y aún no se sabe nada de ellas.
Iniciativas más recientes de reconstruir y volver a
equipar el ejército iraquí y fuerzas asociadas han vuelto a generar un flujo
masivo de armas a Irak. Entre 2011 y 2013, Estados Unidos firmó contratos por
valor de miles de millones de dólares en tanques 140 M1A1 Abrams, aviones de
combate F16, unidades portátiles Stinger 681, baterías antiaéreas Hawk y demás
material. En 2014, Estados Unidos había suministrado al gobierno iraquí armas
pequeñas y munición por valor de más de 500 millones de dólares.
La corrupción endémica del ejército iraquí, así como la
falta de controles estrictos sobre los arsenales y el seguimiento de armas
implicaron el peligro constante de que tales armas se desviaran a grupos
armados, incluido el Estado Islámico.
Los Estados pueden aprender de los sucesivos fallos del pasado y tomar medidas urgentes para evitar una futura proliferación de armas en Irak, Siria y otros países y regiones inestables.
Amnistía Internacional pide a todos los Estados que
adopten un embargo total sobre las fuerzas gubernamentales sirias, así como
sobre los grupos armados de oposición implicados en la comisión de crímenes de
guerra, crímenes contra la humanidad y otros abusos graves contra los derechos
humanos.
También deben adoptar una norma de "presunción de
denegación" de las exportaciones de armas a Irak, lo cual significa que
las transferencias sólo podrían realizarse tras una estricta evaluación de
riesgo. Las unidades del ejército o la policía de Irak con las que se hagan
excepciones deberán demostrar primero que respetan de forma estricta y
constante el derecho internacional humanitario y de los derechos humanos y que
disponen de los mecanismos de control necesarios para garantizar que las armas
no se desviarán a grupos armados.
Asimismo, cualquier Estado que esté considerando realizar
una posible transferencia de armas a fuerzas armadas en Irak debe primero
realizar una sólida inversión en controles previos y posteriores a la entrega,
así como en una formación y un seguimiento que cumplan las normas
internacionales para la gestión y el uso de tales armas.
Todos los Estados que aún no lo hayan hecho deben
adherirse al Tratado sobre el Comercio de Armas o ratificarlo inmediatamente.
Uno de los objetivos de este tratado es “prevenir y eliminar el tráfico ilícito
de armas convencionales y [...] evitar su desvío”. El Tratado también contiene
disposiciones cuya finalidad es detener las transferencias de armas cuando haya
un riesgo manifiesto de que puedan utilizarse para cometer violaciones graves
del derecho internacional humanitario o de los derechos humanos.
"El legado de la proliferación y el abuso de las
armas en Irak y sus alrededores ya ha destrozado las vidas y los medios de
subsistencia de millones de personas, y sigue constituyendo una amenaza. Las
consecuencias de transferir irresponsablemente a Irak y Siria armas que
posteriormente caen en manos del Estado Islámico debe ser una llamada de
atención para los exportadores de armas de todo el mundo", ha dicho
Patrick Wilcken.
© Conflict Armament Research
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